Papel en la bodega : De las viñas a la botella
Región : Empordà, Cataluña
Tamaño viñedo : 12 Ha
Tipo de viticultura : vino natural
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Existen lugares donde todavía se conservan tradiciones antiguas, donde se perpetúan saberes ancestrales. Y aunque para los que allí viven, esto sea “la mar de normal”, para los demás es un tesoro.
Detrás de nuestros móviles o de nuestro carrito de la compra en el supermercado, más que conectarnos, nos desconectamos de la realidad y de la Naturaleza.
Si hay melocotones todo el año en el super, ¿por qué será? Porque desde luego, en el Mas Molla, Montse me aseguró que, cuando ya no hay melocotones en el árbol, hasta el año siguiente, nada de nada, no vuelven a aparecer. Y un vino que siempre sabe igual, en el Mas Molla, tampoco ocurre.
Montse no recuerda empezar a hacer vino. Nació en el Mas de su familia, y desde pequeña correteaba entre viñas o en la bodega con sus dos hermanas. Ayudas/juegas con tus padres, el límite es difuso. Todo está un poco mezclado.
Si tuviésemos que ponerle palabras modernas para ciudadanos urbanos diríamos que el “Mas” es un viniviticultor que teletrabaja, trabaja y vive en el mismo lugar con su finca que le rodea.
En ese mundo crecieron Montse y sus hermanas.
Obviamente, al no haber hermano varón, un día se plantearon qué iba a pasar con ese patrimonio familiar. No una, ni dos, fueron las tres hermanas que retomaron las riendas del negocio familiar: Montse, Nuria y Neus.
Todas con un carácter bien marcado, se balancean y se complementan.
Cuando Montse, técnico agrícola y enóloga, buscando la maduración perfecta de sus uvas les anuncia que habrá que cosechar dos parcelas en un día, interviene Nuria que estudio elaboración de bebidas alcohólicas, mira por lo práctico y le dice sencillamente que va a ser complicado.
Y aunque Montse insiste en que hay que prensar después de tres días de maceración. Nuria le recuerda que hoy es domingo… se prensará un día más tarde, el lunes.
Este año, para los clientes habituales, el tinto sabrá ligeramente distinto por haber macerado algo más.
Y si las uvas, por la añada, no llegan a tener la acidez para hacer un tinto, pues rosado será.
“Miro lo que tengo y hago con ello lo mejor que puedo” Hay que adaptarse, como siempre se ha hecho, ésa es la filosofía payesa.
Montse es payesa; cultiva, cosecha, elabora y vende vino además de otros cultivos; “Km0, local y de temporada” si le queremos poner palabras urbanas.
Así funcionaban y siguen funcionando las cosas en el Mas Molla: policultivos, biodiversidad, todo mano a mano con la Naturaleza. Cuidas de la viña, la acompañas, y lo demás ella lo hace sola. La Naturaleza es viva, variable, lo ha sido siempre. Tú te adaptas.
Naturalmente, en el Mas Molla todo es natural, pero porque siempre se había hecho así desde antes de que llegasen los productos y tratamientos químicos a mediados del siglo pasado. El Mas Molla tiene más de seis siglos, ciertas barricas tienen más de 100 años, tienen viñas de 70 años y 11 variedades de uvas que todavía no se han vuelto a encontrar en ningún otro lugar más que en Calonge (Gerona). Los conocimientos de la tierra se van pasando de generación en generación. Se trabaja con levaduras indígenas, sin sulfitos y, por lo tanto, se minimizan al máximo los movimientos en bodega.
Productos enológicos y técnicas modernas. Montse los descubrió durante sus estudios y su paso por otras bodegas de la península y del mundo, hasta que volvió para asumir el cargo del Mas familiar y pudo valorar el tesoro que tenía en casa.
Al contrario del concepto contemporáneo de un vino homogéneo, los vinos del Mas Molla son heterogéneos y asumidos. Hay 240 barricas y 240 vinos, todos iguales, pero algo distintos.
Cada añada es algo distinta porque cada cosecha es distinta y cada año es distinto.
Allí, todo el mundo lo sabe y es “la mar de normal”.
Vienen los del pueblo a comprar unos melocotones, algo de verduras, aceite o vino. La venta lleva tiempo, pero se aprende mucho vendiendo directamente al consumidor final. Y cuando ves su cara feliz, cierras el bucle, y sabes que no has trabajado para nada; como el día en que un cliente, al catar su vino, se vio proyectado en el recuerdo de cuando iba con su abuelo a la bodega. Fue mágico.
El consumidor es muy importante, tiene el poder de cambiar las cosas, y más ahora en un mundo en el cual va todo cada vez más rápido. Con su consumo tiene un arma para defender un patrimonio cultural, unas tradiciones, un paisaje o, como se dice en francés, un “terroir”.
Con una copa de vino que te tomas, cogiendo el tiempo de apreciarla, de saborear sus aromas, de valorar el trabajo que hay detrás, y siendo agradecido por la labor de esas personas que lo han hecho posible, también defiendes estos valores.
Hay que ser consciente de lo que consumes, “cuerpo sano, mente sana”.
Montse está super orgullosa de su Monastrell, ya que fue con ese vino que tuvo por primera vez conciencia de hacer un vino que le transmitiese algo especial.
Sin embargo, La Pineda, “su dinosaurio vivo”, un vino blanco elaborado con 11 variedades de uvas únicas en el mundo, raro pero a la vez tan especial, sería el que elegiría.
Gracias a la gente que le gusta, se pueden mantener esas viñas.
Y porque es un vino especial, con estructura (tiene barrica), dan ganas de maridarlo con un arròs de mar i de muntanya tan típico de los domingos de la zona.
El domingo era también el día en el cual se sacaban los grandes platos y se servían vinos más especiales y más valiosos, como La Pineda.
Pero no os imaginéis una mesa con mantel blanco, vajilla de porcelana, cubiertos de plata y comensales comiendo en silencio.
¡La Pineda no tiene nada de suavecito, y tampoco el momento de compartirlo alrededor de ese arròs de mar i de muntanya!
Aquí hay movimiento, hay risas, es rock, rock Catalá.
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¡Bienvenidos al Mas molla donde todo es fantásticamente normal!
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