¡(H)ay, amor! y Garnacha, los vinos comprometidos de Pura Vida, María

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María Del Mar Fernández y Rober Ayala ©PuraVida

Bodega : Pura Vida Vinos Fondón
Papel en la bodega : De las viñas a la botella
Región : Almería, Andalucía
Tamaño viñedo : 2,5ha en total (0,5ha en propiedad)
Tipo de viticultura : vino natural

https://puravidavinosfondon.com/

https://www.instagram.com/pura_vida_vinos_fondon/

María y Rober llevan años recorriendo Fondón, en el corazón de Alpujarra, con su furgoneta para descubrir nuevos montes y escalar nuevas vertientes.
Rober tenía, y sigue teniendo, un bar. El bar de los amigos donde te paras a tomar una caña bien tirada (para enfriar las manos doloridas de escalar) y escuchar clásicos  rockeros-heavys.
María trabajaba en una asociación cultural en Almería, organizando espectáculos flamencos o exposiciones .
Un día, entre cañas y tapas, unos amigos suyos que elaboraban vino natural les hicieron probar una botella de su proyecto Barranco Oscuro. Fue hace 15 años y fue el prólogo de Pura Vida.  Desde entonces, no hubo vuelta atrás.

Un día que se habían escapado a escalar, a la vuelta de una montaña encontraron un viñedo abandonado, totalmente salvaje.  Supieron que era el momento y el lugar. Con la ayuda de Manolo de Barranco Oscuro y otras bodegas de la zona para resolver sus dudas, se pusieron manos a la obra. Al cabo de 4 años consiguieron sanar sus viñas y pudieron elaborar su primer vino.
No echaron nada de químicos, ni al viñedo ni en bodega, por gustos pero también porque la planta ya había sufrido demasiado.
Además, María es un verdadero detector de químicos y particularmente de sulfitos (substancia que se puede encontrar en el vino pero también en otros productos alimentarios). Entre otros síntomas, cuando la dosis es demasiado alta, se le cierra la garganta, la lengua se le vuelve pastosa o le duele la cabeza. Me parece importante comentarlo, por si a alguien le pasa y no entiende el porqué. En lo que me concierne, a mí me aparecen placas rojas por la cara y el cuerpo cuando tomo un vino con demasiados sulfitos. Pero volvamos a María y Rober.
Uno elabora el vino que le gusta beber y estaba claro que sería natural. Además, rectificar y equilibrar el vino con productos enológicos era mucho más complicado.

Al principio empezaron con la uva Garnacha, famosa en Almería. Su lema era entonces “100% Garnacha y amor”. Ahora siguen con amor pero han ampliado su paleta de aromas a otras variedades de uvas.

Rober sigue en paralelo con su bar mientras que María ahora solamente se dedica a Pura Vida. Sigue con esa necesidad de difundir mensajes a través de la cultura y la educación. El mensaje que hoy le mueve es el de una agricultura y una vinificación sana para nosotros y nuestro entorno, natural y libre de químicos.
Sin información no hay conocimiento. Si no hay conocimiento no hay toma de conciencia. Y si no eres consciente de la existencia de algo, no existe. Así de sencillo.
Por eso, María creó una asociación cultural, Winelovers Pura Vida, para dar a conocer el vino natural, una agricultura razonada y un consumo local. Organiza eventos, talleres, conciertos u obras de teatro en su viñedo. El proyecto gusta y el club crece.
Cada día hay más Pura vidistas: consumidores que eligiendo un producto natural, a un precio justo (que permita al productor vivir) y respetuoso del medioambiente afirman una postura y toma de consciencia. El acto de comprar es político.
Es cierto que, a menudo, el querer comprar productos ecológicos es económicamente complicado. La certificación ecológica se paga y no poco. Da confianza al consumidor sobre unas cuantías de químicos establecidos como razonables por el label. Sin embargo, obliga al productor a un aumento del precio final. Cuanto más grande es la explotación, menor es el impacto de la certificación. Pero para pequeños productores, el impacto tiene consecuencias.
Por eso no quieren certificaciones, el hacer bien las cosas no debería de ser más caro y el consumir mejor tampoco.
Pura Vida es su actitud ante la vida y el planeta. Son vinos comprometidos.

Pura Sara ©LeaLip

La Pura Sara, es un rosado que elaboró para su hija, con Garnacha. Es suave y fresco en boca. Sus uvas son las últimas en vendimiarse y de esto habla Pura Sara : del descanso después del esfuerzo, de la satisfacción de un trabajo bien hecho, de un momento para disfrutar, relajado, como después de un día intenso.
Sentados en una terraza al atardecer, con una copa y una tapita de queso de la cooperativa, cansados pero felices, recuerdan entonces el principio de esta aventura cuando el viñedo era 100% Garnacha y amor. Tienen los ojos llenos de estrellas y miran confiados hacia el futuro.



Y a lo lejos suena :
“Un himno de fiesta, las palmeras cantaban
Era Marta, la reina, que mi mente sonaba
Carrusel de colores, parecía la cumbiamba
Ay, amor”
y Garnacha. ( Cumbia sobre el mar)

¿Cómo estamos? Como dicen en Costa Rica : “¡Pura Vida!”.



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