La violonchelista de las uvas que moderniza partituras clásicas, Julia

Comparte
Julia Casado ©MaikaMasuko

Bodega : Bodega Modular La del Terreno (el nombre de la variedad de uva Monastrell en Murcia)
Papel en la bodega : De las viñas a la botella
Región : Cehegín, Murcia
Tamaño viñedo :2,5ha
Tipo de viticultura : vino natural

https://www.instagram.com/ladelterreno

https://www.facebook.com/ladelterreno/

Julia Casado es una artista. Es una artista que se enamoró de la Tierra.
Había decidido irse a Alemania a estudiar interpretación musical para poder dedicarse profesionalmente a su instrumento de predilección, el violoncelo.

Consciente de lo que tal tipo de oficio pudiera conllevar, se había también matriculado por la UNED en una carrera más pragmática, corta y algo generalista sobre otra temática que la animaba : la Naturaleza. Para validar su título de ingeniería técnica agrícola, necesitaba hacer unas prácticas en empresa y eligió la bodega dde Josef Biffar, en Neustadt (le habían aceptado en Bürkling Wolf pero no se sentía entonces con el bagaje suficiente). No fue por pasión por el vino sino más bien porque la compañía de las uvas le parecía más divertida que la de unos higos.
Sus planes iban como sobre ruedas, a la vuelta del verano tendría su título y ya por fin podría dedicarse totalmente al violoncelo. Para aprovechar totalmente su experiencia universitaria, cuando le anunciaron que tendría parte del mes de Julio y Agosto libre, ni se lo pensó y se apuntó a una beca en agroecología y desarrollo rural en … Cuba.
Claramente, fue la artista que se fue con ganas de descubrir el son cubano.
Sin embargo, fue la técnica agrícola que volvió y con más fervor que nunca. Fue un viaje decisivo. Lo que pasa en Cuba se queda en Cuba y Julia volvió cambiada y enamorada de la Tierra. A su vuelta le esperaban las vendimias que acabaron de convencerla.
Se apuntó por el CNED a enología y en Humboldt a un grado en edafología (estudio del suelo).
Siguieron un premio para unas prácticas en Vega Sicilia, trabajos en bodegas de Argentina, Uruguay y luego España. En Jumillas, donde estuvo 3años, le llegó la fama de unos viñedos poco conocidos que hacían vinos llenos de encantos, los viñedos de Bullas.
No tenía ni familiares en el vino ni contactos en Bullas. Se sintió invadida por una pasión romántica (y ciega) y decidió comprar una bodega modular que pudiese moverse sobre los raíles del tren, una nano parcela y convencer a viticultores de la zona de arrendarle sus parcelas porque Julia, que tampoco era de una familia con muchos recursos económicos, no podía permitirse comprar parcelas.


Nadie daba un duro por ella. ¿Una mujer sola, sin tradición ni familia en el vino y que no es de Bullas? Un año como mucho le daban los viticultores. Así que no le hicieron caso.
Julia tenía su pequeña producción propia y los “ninja de las uvas” que hacía para la cooperativa.
Las cosas empezaron a ir mal cuando le empezó a ir bien y sus vecinos vieron que los vinos de Julia tenían cierto éxito. Se despertaron entonces e intentaron quitarle las ganas de seguir allí : intentaban quitarle sus acuerdos con los viticultores, la vetaban en cartas de restaurantes de Murcia, …

Pero Julia no se rindió y, igual que el bambú que se dobla, pero nunca se rompe, ocho años después está más que instalada y decidida en quedarse. Después de haber empezado durmiendo en su coche, se está comprando una casa vieja al lado de su terreno de juego. Sigue entre la cooperativa y su bodega, dos espacios de creatividad con instalaciones y objetivos distintos, que le permiten investigar nuevos caminos.
Recientemente, quiso darle un giro al sentido que tenían sus vinos y rescatar las tradiciones de Bullas. Desgraciadamente, hace tanto tiempo que ya no se vinifica y que las cimbras (bodegas subterráneas) con tinajas de barros del Casco viejo han sido abandonadas que solo puede hacer suposiciones a partir de testimonios cruzados. Julia cree que después de prensar la uva para extraer el mosto, no había maceración con las pieles (hasta entonces, todos los blancos de Julia tenían maceración con pieles). Y si se hacía así, por algo sería. Así que con la cooperativa, su próximo reto será ir al encuentro del sabor de antaño

Allí, sus vinos, los “Ninja de las uvas”, fermentan en tanques en inox para valorizar las variedades de uvas (utilizar recipientes en inox para la fermentación no añade otros aromas al mosto) y su expresión local. Luego se crían en barrica porque, como lo diría Julia, son variedades morenas potentes y necesitan la barrica para suavizarse.
En su bodega, investiga con distintos tipos de contenedores, de la tinaja de barro a las barricas de roble francés, pasando por el hormigón y la fibra de vidrio, para descubrir nuevos matices a las variedades de uvas locales.

Desde el principio, Julia quiso elaborar vino sin productos enológicos. Un amigo violinista que había vivido en Paris y era amigo de vignerons, le introdujo al vino natural de bodegas tal como les Enfants Sauvages o de Gérard Marula, entre otros bonitos recuerdos embotellados. Con estos vinos, su amor por la Naturaleza se encontró con su alma artista. Como el violoncelo, estos vinos interpretaban un lugar y te conectaban con su interprete, el vigneron.
Pero como la música clásica, el vino ha sido institucionalizado, y puede dar miedo. Da la impresión de que para apreciar una ópera de Mozart o un buen vino, se debería venir de una clase elitista, llevar traje, haber hecho el conservatorio o ser sumiller, y se nos olvida que el buen musico es el que tiene callo y el buen vino es el elaborado por gente con callos en las manos.
Bebemos etiquetas para darnos confianza cuando deberíamos de beber lo que nos gusta.


Y si a Julia le gustan todos sus vinos,” Ninja de las Uvas” blanco es su orgullo. Es la interpretación moderna de una tradición antigua de Cataluña: el brisado. Brisa significa hollejos en catalán (las pieles de la uva) y antiguamente se maceraban los blancos con sus pieles, lo que además de darles una paleta aromática interesante y un color anaranjado, ayuda a su conservación del vino.
Cuando decidió rescatar esta tradición, Julia no se esperaba a que “Ninja de las Uvas” blanco fuese tan logrado, que hubiese conseguido conciliar la tradición con la expresión de una realidad más contemporánea, el año y el lugar de donde procede.
Apasionarse por el pasado y querer valorizar y conservar nuestro legado no significa ser anticuado, al igual que no utilizar tecnología no significa prescindir del conocimiento tecnológico.
“Ninja de las Uvas” es una guerrera de los tiempos modernos, un poco gamberra, que defiende el pasado y el presente y escucha Antes de Peinetta, una copla flamenca con electrónica mientras come pollo teriaky.

Ninja de las Uvas ©LeaLip




Le gusta el picante, la Naturaleza, la música y la gente.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *